Esta mañana, tras un breve pasacalles y posterior concierto en Turón, volvía a mi casa pensando en vete tú a saber qué y… sorpresa, un chaval de unos 12 años ¡me pide un pitillo!
Me quedé a cuadros, pero bueno, de todo hay en esta vida. El problema es que hace unas horas cuando volvía a casa una pareja de chicas (me refiero a que eran dos) de unos 14 ¡me vuelven a pedir otro pitillo!
¿Ha sido un día raro o es que hay tantos fumadores menores de 16 años? ¿Soy el único al que le parece raro? ¿Dónde están los padres? Es más… ¿dónde está el resto de la sociedad?
A mi me pasó como mil veces, pero lo peor -ya te digo- fue el «miniyo» con los 14 sin cumplir del concierto del sábado dándole a porrete o mejor dicho dándose la importancia de aparentar que le daba al porrete. Deben de hacer como los monos, que imitan el comportamiento del grupo para sentirse integrados porque otra cosa no me lo explico…