Lo veo con bastante frecuencia, la gente piensa que un producto es igual a sus características. Es cierto que se puede obtener mucha información de una lista de características, pero la gente no usa las cosas porque tengan esta o aquella característica, sino porque te permiten hacer tal o cual cosa. En otras palabras, si me compro un disco externo USB 2.0, no es porque sea USB 2.0, es porque me permite pasar datos más rápido que un USB 1.1 ;)
El problema no es cuando nosotros somos los clientes (a fin de cuentas, un cliente no tiene que saber nada de esto), viene cuando somos nosotros los que diseñamos el sistema. Tenemos que ser conscientes de las diferencias. Creo que hasta ahora la mejor explicación que he visto es la de McGregor. En sus clases describía una lista de funciones y pedía a sus alumnos que adivinasen de qué producto hablaba. Aquí está la lista:
- Motor de combustión interna.
- Cuatro ruedas con neumáticos de goma.
- Transmisión conectando el motor con las ruedas.
- Motor y transmisión montados en un chasis de metal.
- Un volante
¿De qué se trata? Bueno, no se vosotros, pero a mí se me viene a la memoria un coche. La cosa cambia cuando dejamos de mirar las características, que están muy bien pero solas no bastan, y miramos los objetivos del usuario:
- Corta el césped rápida y sencillamente.
- Asiento confortable.
Vaya, pues va a ser que es un cortacésped y no un coche. Mientras que las 5 primeras pistas son características, las dos últimas responden a objetivos del usuario que “quiere cortar la hierba” y “sentarse cómodamente”.
Pablo tu público quiere saber cómo se usa el excel! si los demás usuarios pueden saber si visitas su tuenti o su facebook! esas sí son cosas importantes!
Jejeje, vale Teresa, lo tendré en cuenta :P