Impregnada está la estancia,
de una insípida substancia,
tan presente como ausente,
tan nociva y necesaria.
Tras los muros de mi mente,
sobre mi pende una espada,
forjada en mi corazón,
empuñada por mi amada.
Hastiado corazón,
bombeas sangre por mis venas,
que rezuman el dolor,
de un amor sin tu presencia.
Dio al Mar su luz la Luna,
dio el viento, camino a este lamento,
tal vez den tus ojos, lectura a estos versos,
pero no podrán mis labios, darte besos.
Llegó a mi ventana,
la dulce madrugada;
a ella entregaré mis besos,
pues a vos… no puedo.
Dime la verdad, ¿tú no eres de este planeta, a que sí? Porque para ser un paisano, me resultas… diferente ;-)
Se supone que soy de este planeta, aunque mucha gente lo duda ;-)